Intervenimos lo menos posible, sin labrar la tierra para garantizar su riqueza nutricional. Realizamos una serie de camas en lasaña, una técnica de permacultura que consiste en superponer capas de materia orgánica para regenerar el suelo y aumentar su fertilidad de forma natural. Plantamos una serie de hortalizas, pequeños frutos y plantas aromáticas y para infusiones, y colocamos un acolchado vegetal para evitar la erosión del suelo.

Para acompañar la realización del huerto, creamos una ficha de mantenimiento para que puedan seguir cultivando y desarrollando este trozo de tierra fértil.

Hoy en día seguimos en contacto y pasamos de vez en cuando. Cuidar del huerto forma parte de su vida cotidiana, y sus huéspedes pueden disfrutar de una cocina casera y de temporada. El proyecto sigue creciendo de manera natural, con la incorporación de un pequeño gallinero que completa este ecosistema doméstico.